Como espacio de pensamiento crítico, Liquenlab pretende extender una reflexión
colectiva respecto al “fin del mundo” dentro de su línea curatorial 2021-2022.
En este sentido es importante recalcar que los territorios australes que hoy poseen
Chile y Argentina ya habían sido catalogados por el eurocentrismo como las tierras
del “fin del mundo”.
En varias crónicas e infinitas novelas estas geografías de América han sido
presentadas como un lugar que aglomeró, por un lado, la desesperanza de sus
fanáticos y, por otro lado, las más delirantes ilusiones de un nuevo lugar para la
subsistencia humana.
Estos paisajes también habían sido, lamentablemente, golpeados por un brutal
régimen etnocida que por varios siglos exterminó a sus primeros habitantes. Una
marca genocida que confirma, en la actualidad, que este “fin del mundo” fue
avizorado como un lugar que recepcionó las más excéntricas ideas capitalistas.
Es un hecho concreto que las huellas de las constantes masacres y los rastros
visibles, tanto de las expediciones pesqueras, como de las exploraciones mineras,
han estado alterando la biósfera. Por lo que a pesar del decaimiento de este
mundo y, en particular, del pesimismo local que continúa respirando recesión y
crisis, estas memorias han inscrito grandes desafíos a sus actuales habitantes.
Sin embargo, justo en estos instantes las truculencias de la clase dominante
comienzan a ser desintegradas por nuevos aires políticos. Aparece una pluralidad
feminista que ante la fracasada gobernanza centralista nos inyectará nuevos
planteamientos eco-geopolíticos para el trabajo de campo transdisciplinar desde
las ciencias y el arte.
Entonces desde Liquenlab hacemos un llamado a imaginar nuevos mundos ya
que simplemente el acto de plantear otras realidades es una performance
contracultural, antineoliberal y profundamente rebelde.
Desde otra vereda apelamos a los afectos y a la economía colectiva que diseñe
una verdadera moneda para los intercambios y la existencia.
Es así como esta contingencia nos presenta una nueva gobernanza no binaria que
quiebra con las simetrías impuestas por la hegemonía chilena que durante más de
dos siglos ha desplazado el imaginario de nuestras cosmovisiones.
“Fin del mundo” ya no será un concepto bíblico, más bien será utilizado como un
slogan que entrega nuevas herramientas a los territorios y maritorios de estos
paisajes para co-existir y construir nuevas epistemes con la finalidad de afianzar
los lazos con aquellos elementos que construyen el sentido de una vida que
pretende alejarse del ecocidio global.