Vía El Desconcierto. Por: Meritxell Freixas @MeritxellFr | Publicado: 14.01.2021
Por su resistencia, capacidad de adaptación, complejidad, y por tratarse de una mezcla de dos elementos aparentemente incompatibles –algas y hongos–, pero que habitan en la naturaleza más extrema de forma simbiótica. Los líquenes fueron la metáfora perfecta, la mezcla de ideas que querían poner en práctica los artistas visuales magallánicos Nataniel Álvarez y Sandra Ulloa en un proyecto artístico propio que dio lugar a Liquenlab.
Radicado en Punta Arenas, Liquenlab surge hace 10 años como un laboratorio de investigación cultural, un espacio para pensar, experimentar y crear conocimiento sobre el territorio. “Queríamos plantear un lugar donde conversaran distintas disciplinas y ponerlas juntas para ver qué sucede”, explica Nataniel. La pareja, que trabaja conjuntamente desde 2004 como colectivo de arte Última Esperanza, promueve una fórmula de creación que combina el arte contemporáneo –en todas sus disciplinas–, la naturaleza, la ciencia y la tecnología: “Es una conexión orgánica y necesaria que se da de nuestra inquietud de hacer una contracultura desde este lugar”, señala Sandra.
Historias silenciadas que llegan hasta la Antártida
La apuesta y exploración del propio territorio, desde una mirada descentralizada y ajena de la capital, es una de las principales particularidades de la plataforma. “Este es un lugar vasto, diverso y con historia, una región extrema que funciona como un laboratorio natural en sí mismo”, describe Nataniel Álvarez. Para él, el desafío pasa por descentralizar las manifestaciones de arte contemporáneo no solo de Santiago, también de la capital sureña, Punta Arenas, “para que las cosas sucedan en los lugares más recónditos de la región”. “Queremos llevar los talleres, exposiciones o charlas a los lugares más alejados”, añade. Pese a tratarse de un territorio extenso y complejo de recorrer, hasta ahora, Liquenlab ha logrado tener presencia en todas las comunas de la región: “Hemos llevado hasta la Antártida historias no escuchadas, no oficiales que mantienen vivo un patrimonio inmaterial muy rico e importante de estos lugares”, señala Sandra Ulloa.
Desde una mirada “ecológica, feminista y decolonial”, Nataniel pone en valor el trabajo artístico que ya existe en los territorios de regiones, donde “existe un trabajo de los agentes locales” que a menudo siente que es pasado a llevar a través de prácticas “muy coloniales” de otros artistas del centro que llegan a la zona “sin tener mucha idea de lo que sucede aquí”. En su opinión, “tiene que existir un respeto de quienes vienen a hacer proyectos aquí porque no llegan a una hoja en blanco, donde no hay nada”, reclama.
Radicante, reflexión y diálogo en el Estrecho de Magallanes
En el calendario de Liquenlab, dos hitos sobresalen cada año. El primero es la Residencia Navegable Radicante, una travesía en barco por el estrecho que convoca a artistas, científicos y personas de la comunidad a navegar durante varios días para reflexionar y dialogar sobre la excepcionalidad del entorno patagónico, también como fuente de inspiración creativa. Además, se da espacio al análisis crítico para debatir sobre los significados de los 500 años de la circunnavegación por el globo y la expedición de Hernando de Magallanes.
Raimundo Nenen Villarroel, Günen, de 37 años, es un artista local que participó en la segunda edición de Radicante. “Una tarde yo estaba soñando con una residencia navegable por el canal transoceánico austral, infamemente llamado ‘de Magallanes’, y al día siguiente vi la convocatoria en Facebook y postulé”, cuenta. A partir de la experiencia con la Microresidencia, el artista desarrolló una obra en torno a la expedición de Magallanes, materializada en un videojuego “bien ácido e irreverente”, dice Nataniel.
El juego virtual, que está en su fase de pruebas final, incluye elementos de Space Invaders y tiene como protagonista a La Virgen de los Navegantes, de la pintura del español Alejo Fernández, toma como referencia también al cuadro El origen del mundo, del francés Gustave Courbert. “La Virgen, transformada en nave nodriza, dispara desde su vulva chorros de agua bendita a las cabezas de los navegantes imperiales que venían a conquistar nuestro continente, y los desenmascara como alienígenas”, explica Raimundo. Para él, Liquenlab ha sido fuente de aprendizajes diversos, un proceso que siente que aún no ha acabado: “Me ha enseñado las residencias como espacios de resistencia”, sostiene.
Hasta ahora, Liquenlab ha convocado tres residencias navegables, la última en 2019. La pandemia postergó la cuarta edición que, si las condiciones sanitarias lo permiten, se llevará a cabo el próximo mes de febrero. A finales de año se emplazará la quinta.
El otro gran acontecimiento que celebra el laboratorio artístico anualmente es el Encuentro Internacional de Arte Contemporáneo y Nuevos Medios en la Patagonia, Lumen, una cita que a través del arte y los nuevos medios, aborda distintas temáticas: desde la luz, hasta los naufragios, la Antártida o la circunnavegación de Magallanes. Los artistas ya están trabajando en el próximo encuentro, que ya tiene tema: “Hemos decidido tomar la idea del fin del mundo y preguntarnos si podemos plantear un nuevo mundo desde este lugar”, resume Nataniel Álvarez.
El arte para “transformar y despertar”
Talleres, charlas, conversatorios en todas las formas y formatos, para niños, niñas, jóvenes, adolescentes, adultos y adultos mayores, que prioricen el proceso creativo y el trabajo colaborativo interdisciplinario y con las nuevas tecnologías como medio de expresión, complementan la propuesta artística de Liquenlab. En una década de recorrido, los impulsores han caminado de la mano de otros colectivos y colectivas, tejiendo una estrecha red que agrupa desde la Agrupación de Amigos de los Ciegos (Agaci ), hasta un grupo de mujeres mapuche-huilliche de Puerto Natales, el Museo regional de Puerto Natales o el Museo Antropológico Martín Gusinde de Puerto Williams. “Impulsamos esta unión con otros organismos que aparentemente no tendrían nada que ver con lo que nosotros hacemos porque queríamos hacer una simbiosis con otres; es una confluencia que se da de forma orgánica cuando las organizaciones ven el trabajo que realizamos”, apunta Nataniel. Sandra destaca la posibilidad de armar esas redes y contactos y mantenerlos en el tiempo: “Nos valemos mucho de las relaciones que hemos armado estos años y esto no se puede valorizar, pasa por privilegiar los afectos”, sostiene.
Liquenlab quiere ser un agente cultural activo en el escenario global y local actual. Tanto la pandemia como el momento constituyente que vive Chile son motores para la creación artística y eso quieren potenciar. “Hay que conectarse con lo que está pasando porque nos cruza también como agrupación”, recalca Nataniel. “En procesos de cambio y ruptura de paradigmas, este tipo de proyectos relevan y levantan las voces que han sido acalladas durante 500 años. Es momento de dar espacio a todos, todas y todes”, añade Sandra. Liquenlab quiere ser, dice, la plataforma de las “voces resistentes” para convertir el arte en “una herramienta transformadora, fundamental para entender estos procesos y despertar”.